lunes, 6 de septiembre de 2010

Perder la credibilidad

Es lo peor que le puede pasar a un político que quiera serlo. Si una persona se dedica a la cosa pública con otros fines distintos a los lícitos le daría igual tener o no credibilidad, pero como voy a dar por hecho que quien se dedica a esos menesteres lo hace por el bien común, entonces me temo que la pérdida de credibilidad quitará el sueño a muchos y muchas.
Decir una cosa y luego no cumplirla, parece que se convierte en algo habitual cuando hay eleciones, pero ya no le damos importancia. Nos hemos acostumbrado. ¿Cuántos grandes proyectos duermen plácidamente en un cajón y sólo se airean el último año previo a unas elecciones con el único objetivo de lograr rentabilidades electorales?
Pero eso no resta credibilidad. Nos hemos acostumbrado.
El problema más importante no está en el incumplimiento de las grandes promesas, las vemos tan lejanas,... Aquello que más nos preocupa es la mentira en lo pequeño, que para el común de los mortales es gigantesco.
Me explico. Si la deuda de un ayuntameinto es de 700 millones de euros, pensar en términos de mil o dos mil euros no es significativo, es más, resulta una insignificancia. Pero para la familia que no lo cobra mensualmente o lo cobra con retraso, supone un problema de gran magnitud.
Si a ello le sumamos que una familia tiene como único ingreso el salario de quien trabaja en un ayuntamiento, y la persona que lo preside promete que se le pagará tal o cual día, fuera de plazo, y no lo cumple, el desánimo se acrecienta.
Las letras, las del banco, no entienden de promesas incumplidas.
Si esa persona que gobierna una ciudad dice que por acuerdo con los trabajadores, firmado en convenio, hay que pagar del 1 al 5 de mes siguiente y se cumplirá y llega el día 6 y no se ha pagado... el desánimo se acrecienta.
Y más, cuando resulta que en los convenios colectivos del ayuntamiento y de sus empresas municipales dice que se pagará la nómina en el último día laboral o hábil.
Sea por desconocimeinto o sea por mala intención lo único que se consigue es perder la credibilidad, la mucha o la poca que se tenga.