lunes, 6 de julio de 2009

OPINION Promesas incumplidas

La semana pasada pude equivocarme. No. Sé que me equivoqué.
El fin de semana había prometido a mi hija de cinco años que nos bañaríamos juntos en la piscina olímpica del club que religiosamente pagamos mensualmente. Pero llegó el lunes y estaba sumamente cansado así que la lleve a la piscina pero no me lleve mi bañador para se bañara ella sola en la piscina pequeña. "Mañana, cariño" volví a prometer.
Llegó el martes y tenía que trabajar así que me llevé el portátil y se repeitió la historia. El miércoles no me dio tiempo de llevarla a la piscina así que unilateralmente decidí aplazar la promesa para el jueves. No recuerdo cual fue la gran razón que argumenté pero la historia se repitió y el viernes también.
El sábado lo pasmaos en familiar por otros lugares y cuando el domingo llegó fuimos a la piscina juntos, en familia; yo iba con el bañador puesto y sin portátil. Me bañé en la piscina grande y con mi hija. Cumplí mi promesa. La semana no había acabado todavía, por lo que tenía tiempo de cumplirla. Y así trataba de engañarme a mi mismo.
Me preocupa que la próxima vez aplace una promesa a mi hija un mes y la siguiente, ¿quien sabe? A lo mejor tres meses o un año... Y quizá un día, muchos años después, me encuentre a mi mismo tratando de averiguar la razón de morir en soledad. ¿Quién sabe? A lo mejor me daría por pensar en las PROMESAS INCUMPLIDAS.

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